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Fotografía actual de un arrozal en Kon Dong, en la provincia de Gia Lai (Vietnam). La zona central del país es la más optima para el cultivo de arroz IR-8 por su característico clima monzónico. Fuente: Wikimedia Commons 

La implantación de las nuevas variedades implicó la adopción de técnicas dependientes de la energía fósil, los fertilizantes, los pesticidas, la irrigación y la mecanización. Vietnam del Sur es un paradigma al respecto. Allí el cultivo del arroz IR-8 fue empleado como un arma contrainsurgente.

El progreso es un grano de arroz

Sin embargo, la guerra minimizó sus efectos. La Revolución Verde vietnamita ha mantenido su pulso hasta el siglo XXI. En 1943 la Fundación Rockefeller asumió en México el desarrollo de nuevas variedades de trigo que incrementaron la productividad propiciando una reestructuración de la economía nacional (Perkins, 1997, p. 115). Este modelo fue exportado por el agrónomo Forrest F. ‘Frosty’ Hill a Filipinas, donde las fundaciones Ford y Rockefeller establecieron en 1959 el International Rice Research Institute (IRRI) con el objeto de desarrollar nuevas variedades de arroz[1] (Cullather, 2004, p. 233).

En 1965, meses después del incidente del Golfo de Tonkín y antes del inicio de la operación Rolling Thunder, el IRRI se fijó el objetivo de desarrollar una planta de arroz de tallo corto; con menos hojas y más panículas; de color verde oscuro para mejor la absorción lumínica; rígida para permitir la mecanización de la cosecha; que debería crecer en todo Asia tropical; y resistente a pestes y enfermedades.

Ese año el monzón fue especialmente escaso en precipitaciones, como consecuencia del fenómeno El Niño. La insurgencia comunista en Laos y Vietnam aprovechó la inusual prolongación de la estación seca para realizar avances. Sin embargo, el foco de EEUU estaba depositado en India, donde la sequía provocó entre 1966-1967 una terrible hambruna y una crisis política[2]. EEUU comprendió que la escasez de alimentos y la creciente población mundial eran una amenaza para la paz y prosperidad mundial, por lo que debía intensificar sus esfuerzos en el desarrollo de plantas más productivas[3]. El resultado fueron tres nuevos tipos de arroz: IR-5, IR-8 e IR-9.

Científicos asiáticos advirtieron de los costosos insumos que acarrearía su cultivo; del mayor control hidráulico que precisaría; de la inexistencia de una red de distribución adecuada; y de la alteración del entorno social agrario. Pero las nuevas plantas cautivaron a terratenientes, políticos poscoloniales, agencias y fundaciones, quienes creían que ayudarían a que los campesinos, votantes y gobernadores recalculasen sus alianzas políticas (Cullather, 2004, p. 230). Consideraban que algo tan simple como unas semillas de arroz sería capaz de provocar una disrupción que permitiese que los campesinos fuesen extraídos del agro para trabajar en el sector secundario.

En 1965 Ferdinand Marcos venció las elecciones presidenciales de Filipinas apoyándose en el eslogan ‘El progreso es un grano de arroz’, antes incluso de que los resultados de las variedades desarrolladas en el IRRI fuesen contrastados (Cullather, 2004, p. 243). La escasez estacional de alimentos como fruto de los patrones comerciales coloniales se había convertido en algo intolerable para los electores, que veían en el IR-8 -rebautizado como ‘arroz milagro’- una catapulta hacia la modernidad.

EEUU confiaba en que los logros de la Revolución Verde fuesen una poderosa arma contra el comunismo. Estados clientelares como la República de Vietnam del Sur o Filipinas debían ejercer como ejemplos de las bondades brindadas por la democracia y la política de consumo occidental. Así mismo, el IR-8 no sólo era el arma definitiva para combatir el hambre, sino que también actuaba como un caballo de Troya. El ingente consumo de insumos y de tecnología agraria asociado a su cultivo ejercía como punta de lanza para el desembarco en el Tercer Mundo de las grandes corporaciones estadounidenses. Las necesidades técnicas derivadas del cultivo de las nuevas variedades de arroz implicaban la creación de nuevos mercados para los tractores, bombas de irrigación, fertilizantes, pesticidas o derivados del petróleo estadounidenses.

En octubre de 1966 el presidente Lyndon B. Johnson viajó a Filipinas y Vietnam. Su visita a las instalaciones del IRRI en compañía de Ferdinand e Imelda Marcos fue uno de los puntos clave de su gira asiática. Allí pronunció un vehemente discurso en el que aseguró que la única guerra que iba a intensificar era aquella que se libraba contra el hambre (Hettel, 2016). Un mes después el IR-8 fue presentado al público y se aseguró que su rendimiento por hectárea cosechada sería el doble que el de los arroces locales en unas condiciones óptimas de cultivo (Cullather, 2004, p. 245).

En 1969 Ferdinand Marcos fue reelegido tras afirmar que Filipinas había alcanzado la autosuficiencia[4]. Desde una perspectiva nacionalista, ésta era una de las nuevas metas de los líderes poscoloniales como una seña del progreso. El IR-8 demostró ser una eficaz herramienta de la política estadounidense en Asia.

El arroz es tan importante como las balas

En los albores de la implicación estadounidense en Vietnam, los políticos americanos y la prensa argumentaron que el conflicto era una lucha por el control del arroz. El embajador Chester Bowles sostenía que si China llegaba a extender su influencia al Sudeste Asiático controlaría un excedente de más de seis millones de toneladas de arroz anualmente, lo que le permitiría chantajear a países dependientes del cereal procedente de estas áreas para alimentar a su población, como era el caso de Indonesia, Ceilán, Japón o, hasta cierto punto, India (Bowles, 1954, pp. 247-248). La evolución de la contienda restó peso a esta teoría, pero el arroz siempre fue un indicador con el que medir el éxito o el fracaso de la pacificación del medio rural.

La insurrección de la guerrilla comunista provocó un fuerte impacto en la economía survietnamita y en el movimiento de arroz hacia Saigón, principal centro exportador de este cereal en el país (VVAA, 1971, p. 122). Como consecuencia, la República de Vietnam del Sur experimentó entre 1960-1965 una fuerte caída de la producción de arroz per cápita (Gráfico 1).

El 21 de febrero de 1964 el Gobierno de Vietnam del Sur pidió a EEUU reservas de arroz por primera vez[5] (VVAA, 1971, p. 290). En julio de 1965 el secretario de Defensa Robert S. McNamara manifestó su pesimismo ante el avance territorial del Viet Cong. Saigón cada vez tenía menos capacidad para asegurar el entorno rural y la situación económica no dejaba de empeorar. La creciente demanda doméstica de arroz había provocado un descenso de las exportaciones y del ingreso de divisas extranjeras desde 1963, disparando la inflación (VVAA, 1971, p. 364).

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Un marine estadounidense cruza un dique de un arrozal en una acción enmarcada durante la Operación Colorado (6-22 de agosto de 1966). Fuente: U.S. National Archives and Records Administration / Wikimedia Commons .

Para EEUU la solución pasaba por la pacificación del campo. Entre 1961-1963 el programa de aldeas estratégicas[6] fue el corazón del esfuerzo estadounidense y se le otorgó máxima prioridad. Acompañado de medidas para incrementar la producción de arroz y los ingresos de los granjeros, debía propiciar una revolución en el agro vietnamita, pero fracasó (VVAA, 1971, p. 152).

En febrero de 1966, tras la conferencia de Honolulu, el gobierno de Vietnam del Sur aceptó hacer especial hincapié en la pacificación mediante la creación del programa de Desarrollo Revolucionario, que contemplaba la creación de equipos que debían mejorar las condiciones de vida de los aldeanos. Estos grupos serían protegidos por tropas regulares survietnamitas. El plan fue criticado por el presidente Thieu, quien temía que situar a tropas regulares bajo la cadena de mando de la pacificación diluyese el poder de sus comandantes y, por tanto, incrementase su desafección. El general Westmoreland también fue crítico con la medida, aduciendo que confinar al Ejército de la República de Vietnam del Sur (ARVN) a labores de pacificación minaría la flexibilidad del esfuerzo bélico (Andradé, 1996, p. 419).

Por consiguiente, el peso de la guerra recaía sobre las unidades estadounidenses, mientras que el ARVN tenía la responsabilidad de asegurar el campo. En paralelo, la situación proseguía deteriorándose. Johnson confió entonces los programas de contrainsurgencia al analista de la CIA Robert Komer, quien comenzó a ejercer como el jefe civil del programa Civil Operations and Revolutionary Development Support (CORDS). Tras un viaje a Vietnam en junio de 1966, Komer incidió en la importancia de trazar una estrategia del arroz que integrase a los ámbitos civil y militar[7]. ‘El arroz es más importante que las balas’, señaló (Komer, 1966). Asimismo, Komer buscó vías para emplear 400 000 toneladas de arroz estadounidense para hacer palanca[8] (Komer, 1966) y lograr que Saigón subsidiase las ventas de este cereal para favorecer al consumidor urbano (Logan, 1971, p. 322).

IR-8: ¿la herramienta pacificadora definitiva?

La expansión territorial, el colonialismo francés, el nacionalismo comunista y los efectos de la guerra habían despojado al survietnamita medio de su tradicional identidad comunitaria y le habían transformado en un individuo desconfiado de todos excepto de su ámbito familiar más inmediato. Años de propaganda comunista y liberal le habían convencido de que podía aspirar a una mejor vida que aquella que le aportaba la aldea y la economía del arroz. Saigón trazó una estrategia a largo plazo para apoyar mejoras con las que tejer un mercado interno que integrara a las comunidades rurales. Sin embargo, la creciente presión del Viet Cong fomentó que los nacionalistas liberales comenzasen a otorgar recompensas inmediatas tales como sanidad, tierras o educación a aquellos que daban la espalda a la guerrilla. En este contexto, el economista James Hendry consideraba oportuno reducir la población rural, diversificar los medios de producción rural y mejorar la tecnología del arroz (Marquis, 2000, pp. 90-92). El IR-8 fue significante al respecto.

Tras su visita a las instalaciones del IRRI, Lyndon B. Johnson presionó a la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) para que promocionase el IR-8 en la República de Vietnam del Sur (Hargrove, 2008, p. 13). Consciente de la importancia del campo, la contrainsurgencia se sustentó en su introducción para expandir la influencia gubernamental y para que los campesinos alcanzasen el suficiente poder adquisitivo como para evitar la persuasión del Viet Cong (Cullather, 2004, p. 249).

Su ocasión llegó en septiembre de 1967 cuando una riada destrozó la cosecha de arroz en el valle de Vo Dat[9]. El IR-8 reemplazó a las variedades locales. Su veloz maduración permitió cosechar a los cuatro meses el doble de lo producido habitualmente en esos terrenos[10] (Logan, 1971, p. 324). El IR-8 pasó a ser llamado Lua Than Nong o ‘Arroz del Dios de la Agricultura[11].

Las expectativas eran inmejorables. Sin embargo, la Ofensiva del Tet provocó severos daños en las redes de distribución, en los sistemas de irrigación y en los arrozales[12]. La producción cayó. Subieron los precios y la rentabilidad de los productores se desplomó. No obstante, en otoño de 1968 Saigón registró su primera gran cosecha de la Revolución Verde.

El IR-8 se convirtió en símbolo de la capacidad de supervivencia de Vietnam del Sur. La producción de arroz no sólo era indispensable para la resistencia survietnamita. La generación de riqueza en el campo era condición sine qua non para generar entre los granjeros apoyo social al gobierno de Vietnam del Sur, lo que permitiría a las tropas estadounidenses transferir responsabilidades de combate al ARVN en plena vietnamización de la guerra (Hagrove, 2008, p. 13). William Colby, sucesor de Komer, preveía en 1969 ampliar la producción de arroz de cinco a seis millones de toneladas[13] (Colby, 1989, p. 266). El objetivo era que Vietnam del Sur fuese autosuficiente para 1973. En 1971 se registró la mayor cosecha de la historia del país hasta entonces, con 5,6 millones de toneladas[14] (Logan, 1971, p. 325).

El paradigma de la Revolución Verde vietnamita

A finales de 1969 la pacificación parecía estar cobrando sus frutos, pero sus logros fueron casi anulados. Por una parte, el presidente Thieu ejerció un severo control que lastró las reformas políticas y económicas precisas para reforzar los avances en el campo. Por otra, el Ejército de Vietnam del Norte cambió de estrategia y pasó a librar una guerra convencional que relegó a la pacificación a un segundo plano tras la Ofensiva de Pascua de 1972 (Andradé, 1996, p. 423).

Durante las primeras negociaciones de paz en París, la delegación norvietnamita manifestó su interés en el IR-8 para alcanzar un acuerdo[15]. No fue preciso. En verano de 1969, durante el transcurso de una operación en el río Serpiente, entre los distritos de Duc Long y Kien Hung, tropas estadounidenses descubrieron una plantación de IR-8 en territorio enemigo (Hargrove, 2008, p. 162). Antes de la caída de Saigón, Hanoi ya había promulgado su Revolución Verde. Entre 1970-1975 el 50% de los arrozales norvietnamitas se sembraban con IR-8 introducido subrepticiamente[16] (Ut y Kajisa, 2006, p. 169) (Cullather, 2010, p. 178). Tras el fin del conflicto, el IR-8 fue la pieza clave de la reconstrucción socialista[17].

Si bien, en la actualidad Vietnam se enfrenta a las repercusiones sociales y ambientales de la Revolución Verde, las cuales se concretan en el minado de los nutrientes del suelo debido al monocultivo, la contaminación de las aguas superficiales y la alteración de las tradiciones familiares (Lovell, 2017, p. 36 y p. 61).

Notas

[1] El IRRI fue fundado después de una experiencia similar en India, en la que EEUU invirtió 10 millones de dólares a lo largo de ocho años sin lograr alcanzar los objetivos esperados. La creación del IRRI supuso una inversión de 7 millones de dólares y fue la primera fundación exenta de impuestos en Filipinas. El lugar seleccionado para implantar este centro de investigación fue en las inmediaciones del campus universitario de Los Baños. Las fundaciones Ford y Rockefeller erigieron allí unos modernos pabellones de aluminio y grandes cristaleras que acogieron a ingenieros agrónomos procedentes de todo Asia tropical, creando un clima de trabajo interdisciplinar. Las nuevas variedades de arroz comenzaron a ser desarrolladas en arrozales creados con tierra traída ex profeso desde India, Laos y Vietnam con el fin de recrear las condiciones edafoclimáticas de cada lugar (Cullather, 2004, pp. 231-233).

[2] La gran sequía de 1966 en Bihar y la declaración de una hambruna en 1967 desencadenó una crisis política en India ante la que EEUU tuvo que responder con el envío de trigo. Esta crisis puso de manifiesto la necesidad de acelerar las investigaciones llevadas a cabo en el IRRI (Brass, 1986, pp. 246-247).

[3] Robert S. McNamara, secretario de Defensa, uno de los arquitectos de la escalada bélica en Vietnam y presidente del Banco Mundial entre 1968-1981, reconoció que la sequía en el subcontinente indio había puesto de manifiesto la precariedad del suministro de comida. En 1973, siete años después de la crisis de Bihar, advirtió de que la Revolución Verde no había resuelto el problema del hambre a largo plazo, pero permitía ser optimista al respecto (McNamara, 1973, pp. 64-65). Sin embargo, sostenía que, a pesar de que ‘el milagro de la Revolución Verde había llegado’, los campesinos más pobres no eran partícipes de él porque eran incapaces de acceder a los medios de irrigación, los fertilizantes y los pesticidas, o simplemente porque las políticas de propiedad de la tierra les eran adversas (McNamara, 1973, p. 106).

[4] Gordon Conway sostiene que la introducción del IR-8 provocó un impacto inmediato en la producción arrocera de Filipinas. Para 1970, la mitad de los arrozales filipinos habían sido ya cultivados con las nuevas variedades. Conway asegura que en 1968-1969 Filipinas alcanzó la autosuficiencia por primera vez en décadas, aunque la perdió temporalmente a principios de los setenta debido a inclemencias meteorológicas y a plagas (Conway, 1998, pp. 52-53). Cullather es menos optimista al respecto y comenta que Marcos falsificó los datos mientras que en secreto importaba arroz de Hong Kong (Cullather, 2004, p. 245).

[5] En concreto, solicitó 40.000 toneladas a cargo de la P.L. 480 (VVAA, 1971, p. 310), una ley pública aprobada en 1954 que permitía al presidente de EEUU autorizar el envío de excedentes de mercancías a naciones amigas, ya fuera en términos concesionales o como subvenciones (Office of the Historian. United States Department of State). EEUU ya había entregado a Saigón arroz de acuerdo con esa ley a principios de 1962.

[6] Este programa, inspirado en las ‘agrovilles’ fomentadas por los británicos en Malasia, consistía en comunidades rurales erigidas por el gobierno para proteger a los campesinos de la insurgencia. Una versión primigenia fue lanzada en 1959 por el US Military Assistance and Advisory Group-Vietnam (MAAG-V), pero se encontró con la fuerte resistencia de un campesinado que rechazó ser desplazado de sus aldeas a cambio de la vaga promesa de sanidad, educación y tierra. En 1961 el gobierno sudvienamita decidió promover una nueva versión consistente en la construcción de aldeas fortificadas cuyos habitantes recibían entrenamiento en defensa básica. Estos poblados debían ejercer como bastiones contra la guerrilla. Sin embargo, el plan supuso un fracaso y en 1963 fue abandonado por otra estrategia de pacificación (Andradé, 1996, p. 418).

[7] Robert Komer se reunió con el general Quang, del IV Cuerpo de Ejército, para presionarle sobre la importancia estratégica del arroz en el delta del Mekong, donde vivían 8 de los 15 millones de sudvietnamitas (VVAA, 1971, p. 570). Komer precisó al presidente Johnson que parte del arroz cosechado estaba siendo desviado a Camboya y otra parte iba a parar a manos del Viet Cong. Se llegó a barajar la idea de construir una barrera en la frontera entre Camboya y el delta, pero este plan fue desechado dada su complejidad. El general William Westmoreland consideraba más práctico el acantonamiento de dos brigadas estadounidenses en el delta (Komer, 1966).

[8] EEUU se implicó de lleno en el comercio de arroz. Vietnam se convirtió en un gran importador a partir de 1965. La USAID proveía el arroz importado bajo el plan de contrainsurgencia. En 1964 el embajador Cabot Lodge sugirió medidas para controlar el precio del arroz, su subsidio y su distribución. No obstante, la endémica corrupción en Vietnam del Sur siempre fue una amenaza para estas medidas (VVAA, 1971, p. 366).

[9] El oficial de infantería Thomas R. Hargrove, seleccionado por John Paul Vann en 1969 como asesor agrícola para la provincia de Chuong Thien en el delta del Mekong, sostiene que el IR-8 llegó por primera vez a Vietnam del Sur introducido de contrabando en 1967 por el agrónomo filipino José Ona, quien había ejercido como investigador del IRRI y posteriormente como asesor de la USAID experto en arroz en el Mekong. Supuestamente, las semillas que introdujo habían sido robadas de unas parcelas experimentales en Los Baños por otro compañero del IRRI cuya identidad no ha trascendido. Hargrove afirma que Ona sembró estas semillas en un centro para desertores del Viet Cong acogidos al programa Chieu Hoi en la provincia de Vinh Long (Hargrove, 2008, p. 13).

[10] En el valle de Vo Dat, al norte de Saigón, fueron sembradas un total de 890 hectáreas por especialistas americanos y filipinos, así como por un millar de familias sudvietnamitas que recibieron gratis semillas, químicos y bombas de agua (Cullather, 2004, p. 249).

[11] Entre los granjeros sudvietnamitas se extendió la denominación Lua Honda, porque gracias a las copiosas cosechas podían destinar parte de los beneficios obtenidos a la adquisición de motocicletas Honda para trasladarse por los tortuosos caminos de Vietnam del Sur (Hargrove, 2008, p. 14).

[12] En enero de 1968, las semillas destinadas a promover la Revolución Verde en Vietnam del Sur llegaron a Saigón la misma noche que el Viet Cong lanzó la ofensiva del Tet. Casualidad o premeditación, las acciones coordinadas de la guerrilla minaron el éxito inicial del IR-8 en el país. El mini-Tet de mayo de 1968 amenazó de nuevo los progresos tecnológicos en el campo (Logan, 1971, p. 324).

[13] Su plan contemplaba la distribución del ‘arroz milagro’ en aquellas comunidades en las que habían sido asignadas nuevas fuerzas territoriales locales y en las que se habían organizado grupos de autodefensa. Del mismo modo, esta medida se combinaba con un incremento de la actividad identificatoria del Programa Phoenix, que pretendía neutralizar a 33.000 cuadros del aparato comunista (Colby, 1989, p. 266).

[14] Ese crecimiento fue paralelo a un aumento de los créditos agrarios; así como a una imparable demanda de fertilizantes y pesticidas. El 40% del presupuesto gubernamental fue destinado a su financiación (Logan, 1971, p. 326). A todo esto, se suma la compra de maquinaria y el adiestramiento de centenares de técnicos agrónomos. La Revolución Verde survietnamita se complementó con medidas como la introducción de piensos modernos, nuevas razas porcinas y la vacunación animal para paliar la mortalidad de los animales de cría (Logan, 1971, p. 328).

[15] Los comunistas anhelaban ser autosuficientes y finalizar su dependencia del grano chino (Cullather, 2004, p 252).

[16] Tras una campaña de desprestigio, el Viet Cong comenzó a sembrar IR-8 en su territorio. Por lo que respecta a Vietnam del Norte, se desconoce cómo llegó allí el IR-8. Hargrove se refiere a un buque de Europa del Este procedente del puerto de Dhaka que descargó las semillas en Haiphong en torno a 1968-1969 (Hargrove, 2008, p. 14). Lo cierto es que los nordvietnamitas confiaban en que el IR-8 sería capaz de desencadenar una revolución agraria que permitiese extraer del campo mano de obra necesaria en la industria militar.

[17] La tasa de crecimiento anual de la producción arrocera vietnamita experimentó un crecimiento remarcable a partir de 1988. Entre 1980-2000 la tasa media anual de crecimiento fue del 5%, mientras que la del incremento del área sembrada fue del 1,5%. En parte se debió a la adopción en los ochenta de una política de descolectivización (Ut y Kajisa, 2006, p. 168). La introducción de variedades de segunda generación chinas y del IRRI resistentes al BPH, así como adaptadas a cada región, estimularon un incremento productivo desde 2-2,5 Tn/Ha en 1980 a 3-5,5 Tn/Ha en 2006 (Ut y Kajisa, 2006, p. 168). El incremento de las áreas irrigadas mejoró las cosechas en la estación seca. Las importaciones de arroz decayeron a partir de 1989. Vietnam pasó a ser el segundo exportador mundial con una media de 5 millones de toneladas anuales entre 2005-2015 (Chau y Scrimgeour, 2022, p. 415). Desde 2012 las exportaciones han decrecido.

Bibliografía

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  • Hettel, G. [Gene] (2016). Celebrating 50 years of IR8: US president Johnson makes historic visit to IRRI with stirring words. En Ricetoday.irri.org, [fecha de acceso, 12/2/2023]. Disponible en: https://ricetoday.irri.org/u-s-president-johnson-makes-historic-visit-to-irri-with-stirring-words/.
  • Komer, R. [Robert] (1966). Memorandum from the President’s special assistant (Komer) to President Jhonson. Second trip to Vietnam, 23-29 June 1966. En United States Department of State, [fecha de acceso, 14/02/2023]. Disponible en: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1964-68v04/d171.
  • Logan, W. J. C. [William J. C.] (1971). How Deep is the Green Revolution in South Vietnam? The story of the agricultural turn-around in South Vietnam. Asian Survey, abril 1971, Vol. 11 (4), 321-330.
  • Lovell, R. J. [Robin J.] (2017). As husband and wife: modern farms and mobile families in the vietnamese Mekong river delta. Ann Arbor: Proquest.

 

Este artículo corresponde al V Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

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